 Nos alentó cuando empezábamos a apuntalar el Encuentro y el proyecto, se sentó junto a nosotros para intentar defender una aproximación semántica que virtuosamente había cosechado hacía ya bastante tiempo y casi en medio de un desierto, porque a él no le bastaba con tender canales a diestro y siniestro, sino que tenía que llenarlos de palabra, de razones, de entendimiento, de tolerancia… de sentido. Pero sea lo que fuere aquello que acabó cerrando sus ojos, mientras estaba con nosotros empezó ya a taparle la boca. Aún así se levantaba renqueante, sacaba palabras de entusiasmo, se enredaba atinadamente en la disquisición de cualquier asunto con su proverbial memoria –y puedo decirlo después de haber disfrutado de ella tras varias horas de la más grata y amistosa conversación-, se comprometía, trabajaba y nos dejó varios monumentos con la huella de su virtud.
En pocos días fue un auténtico amigo y ahora no puedo sino echarle en falta, como se echa en falta al compañero que camina a tu lado y que hace más creíble la senda y el rumbo. Me queda su brújula, su confianza, su ejemplo… Me falta el sonido que saliera de sus pies al golpear la senda… También me queda la esperanza vertida en sus palabras… De algún modo hemos de decirle Adiós, pero decirle también que su empeño ESTÁ trabado con el nuestro. Gracias compañero, gracias amigo y descansa, que aunque pudieras haber dado muchos más pasos, los que diste y conocimos fueron exquisitos y tu huella y tu sentido quedó muy claramente dibujado. |
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